ARTÍCULO DEL DETECTIVE Y ESCRITOR RAFAEL GUERRERO: “DETECTIVES PRIVADOS, UNA PROFESIÓN EMINENTEMENTE SOCIAL

Rafael Guerrero, detective y escritor

Partiendo de una realidad constatada y a la que nos enfrentamos todos los profesionales ejercientes en el día a día de nuestro oficio, la sociedad, en términos generales (pocas, muy pocas son las excepciones), desconoce profundamente el contexto y la figura del detective privado, tan mitificado, sin embargo y no con demasiada verosimilitud, por el cine y la novela de género. Y no me refiero únicamente a los clichés estéticos o a las frases lapidarias con las que supuestamente nos expresamos. Esta desconexión va más allá y afecta a lo que unos y otros esperamos encontrar.

Tarjeta de Identificación Profesional de detective privado, expedida por el Ministerio del Interior. DGP (Espécimen)

FORMACIÓN UNIVERSITARIA

El ciudadano medio susceptible de contratar a lo largo de su vida personal o profesional los servicios de un detective privado apenas sabe que está actividad se halla regulada por la Ley 05/2014 de Seguridad Privada y que no somos una unidad de C.S.I. Carecemos de una pantalla de ordenador conectada a una base de datos global en la que tecleamos el nombre de un individuo y nos aparece toda su vida, obra y milagros. Ni de lejos. Los detectives buscamos esa información y las pruebas que la respaldan con las técnicas de investigación aprendidas en los tres años de formación universitaria y las analizamos con el rigor que se nos exige y la plasmamos en un informe que entregamos a nuestros clientes.

No hay peor verdad que quedarse con la duda, esta máxima de aplicación en cualquier ámbito cobra un sentido muy certero en el de nuestra profesión. Muchos son los agradecimientos de los clientes a posteriori, no sin antes confesarnos las reservas que albergaban para contratar a un detective por la mala prensa que a veces nos acompaña, algunas malas praxis (afortunadamente minoritarias en el cómputo total), y en definitiva, por una evidente falta de datos fidedignos.

Portadas de algunas obras de Rafael Guerrero

PRUEBAS

Los detectives privados no son espías por mucho que se nos haya estereotipado así intencionadamente para atraer la atención del público y por el poco bien que hacen algunos oportunistas que se apropian del nombre.

La lógica y el sentido de nuestra participación en una investigación siguen una secuencia más social y humana, ofrecemos un servicio privado de ayuda y apoyo, complementario con otros muchos, que se basa en la obtención de información delicada —para el cliente— sin que eso suponga necesariamente perjudicar a terceros de forma torticera, artera o injustificada. Somos proveedores de conocimiento, de pruebas y evidencias que permiten una mejor valoración del asunto o del problema a tratar, y por tanto, también una óptima resolución del mismo, ya sea a título personal, empresarial, judicial o todas ellas a la vez.

Los detectives privados pueden, llegado el caso, aportar sus informes ante los tribunales

NO SON ESPÍAS

Aclarado este punto, podemos afirmar que no somos “Ni James Bond ni sombras grises escondidas tras un periódico”. Si acaso, un término equidistante entre el héroe (o el antihéroe) de ficción que aparece en novelas y películas armado de clichés y la figura del sabueso que se mueve como pez en el agua en un contexto sórdido para obtener información a cualquier precio. Es decir, ni lo uno ni lo otro. Hablaré pues de sendos extremos con la intención de hallar un punto de equilibro que nos defina más certeramente. La nuestra es ante todo una profesión reglamentada: no todo vale. Y además, esta debe ser nuestra máxima.

Así que, lejos de ejercer como espías o malsanos cotillas, lo hacemos como guardianes de dicho secreto (entre otros muchos) y garantes de la intimidad y privacidad, ya sea de quien nos contrata o de los investigados. Lo que descubrimos lo hacemos por encargo expreso del cliente siempre y cuando a este le asista un interés legítimo contrastable y sujetos, el cliente y nosotros, a las leyes que a todos obligan y protegen por igual. Para lo que se requiere no un sombrero, una gabardina, un arma escondida en la sobaquera o un carisma histriónico sino pericia, paciencia, eficacia, empatía, planificación, intuición y deducción. Y mucha mano izquierda con los implicados ya sean estos clientes, investigados, autoridades o colaboradores.

Y para ello se vale de la teoría y de la práctica, de lo que se aprende en las aulas universitarias, cursos, conferencias y de lo que solo la experiencia a pie de calle te enseña.

Izquierda, Rafael Guerrero, en su faceta de escritor, recogiendo el Premio de Novela Negra de Círculo Rojo. Derecha, presentando su último libro “Yo, detective” con el editor Héctor Escobar, del sello Eolas Ediciones

RIGOR

Como Detective en ejercicio desde hace más de 25 años deseo que la sociedad conozca más nuestra profesión, nuestra vocación, pero no desde las vísceras sino desde la razón y el empirismo, en la que prima el rigor y las pruebas (no se debe esperar otra cosa de un detective privado que se precie) por encima del corporativismo, la loa gratuita o el victimismo estéril. Estamos en donde estamos y somos lo que somos.

Detrás de la figura del detective (o dándole sentido a esta) está la necesidad o el anhelo de saber más. “El conocimiento es poder”. Y el poder conlleva una gran responsabilidad.

(*) Rafael Guerrero es criminólogo, detective privado, director de Seguridad y escritor. Ha sido distinguido con el Premio de Novela Negra de Círculo Rojo, entre otros galardones literarios. www.rafaelguerrero.org